La improvisación como doctrina
La improvisación como doctrina
Corrupto hasta el tuétano; primero como gobernador de Moquegua; luego en calidad de ministro de Transportes; después como vicepresidente conspirador y puñalero; también como sucesor de PPK en la presidencia del país; dando un golpe de Estado para clausurar el Congreso; igualmente, adquiriendo pruebas rápidas en vez de moleculares; ignorando el equipamiento de los hospitales del Estado en plena pandemia covid; haciéndose vacunar en secreto, y negándolo hasta que aparecieron las pruebas.
Este prontuario es el pálido retrato de Martín Vizcarra, quien ejerció la presidencia del Perú durante tres largos espantosos años. Este miserable tipejo, aparte malversó el esperpento burocrático llamado Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (constituida por Pedro Pablo Kuczynski, quien lo antecedió en la presidencia), establecida para reparar los desastres que dejó el “Niño costero” en 2017.
¡Vizcarra abandonó extensas zonas dañadas del país! Aparte, minimizó la creación de una infraestructura de drenes y cauces para diversos ríos, al efecto de evitar similares o peores desastres producto de futuros fenómenos climatológicos. Esto último le permitió a Martín Vizcarra continuar metiéndole mano a las arcas fiscales, una vez vacado por corrupto de la presidencia. ¿Cómo? Nombrando anticipadamente a hombres y mujeres de paja (gente de toda confianza suya) al frente de esta malhadada institución.
¡Hoy, en gran medida, responsable de los colosales daños que va produciendo el ciclón y de los estropicios que pudiera generar un posible “Niño costero” que anuncian los expertos climáticos! Por tanto, Vizcarra necesita ser englobado en las investigaciones fiscales, judiciales, congresales que han de activarse próximamente, a efectos de penalizar a las autoridades por NO haber construido –desde 2017– los mecanismos de precaución y control de daños establecidos por las bases legales que dieran lugar a que PPK inventara la citada autoridad. Un ente supuestamente encargado de prevenir, planificar, ejecutar obras para evitar/amainar desastres. Como aquellos que, continuamos comprobando, son idénticos –o inclusive, en muchos casos peores– a las huellas destructivas que dejará aquel “Niño costero” de 2017.
Bastaría que la Fiscalía arranque sus pesquisas leyendo la edición de ayer de EXPRESO, que explica muy claramente cómo Vizcarra “festinó los fondos de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios”, quebrantando la cláusula Anticorrupción del Convenio suscrito entre la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios y el Reino Unido, al momento de contratar a una empresa constructora argentina –Benito Roggio e Hijos S.A.– para que ejecute una megaconstrucción por S/ 425 millones. Empresa que antes estuvo involucrada en un gravísimo escándalo de corrupción. Al extremo que su propietario, Benito Raggio –como José Graña en Perú–, en 2018 se acogió a la colaboración eficaz “por haberle pagado una coima de 5 % a Ricardo Jaime, ex ministro de Transportes argentino”. Apostilla.
En el Perú, las entidades estatales son incapaces de ejecutar los fines para los que fueron creadas. Salvo el caso que su ente rector esté conformado SÓLO por ministros de Estado, a quienes se le responsabilizará directamente por lo que estas hagan o dejen de hacer. ¡Es innecesaria mayor burocracia, presidenta Boluarte. ¡Únicamente mejor dirección y control!
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