La inseguridad alimentaria en Perú y el mundo

La inseguridad alimentaria en Perú y el mundo

La inseguridad alimentaria, en principio, de acuerdo con la FAO, es la falta de acceso frecuente por razones físicas y económicas a suficientes alimentos y nutrientes para un crecimiento y desarrollo normales, que permita mantener una vida activa y saludable.

El aumento de los precios de los insumos agrícolas experimentado en los últimos dos años ha suscitado preocupaciones sobre la seguridad alimentaria mundial. Donde el aumento de los costos de los fertilizantes puede conducir a precios más altos de los alimentos.

El 2023 encuentra al Perú con 16.6 millones de peruanos y peruanas en inseguridad alimentaria (50%), un aumento vertiginoso nunca antes observado en el país. Antes de la pandemia, el Perú estaba por encima de los 8 millones de personas en esta condición. Eso quiere decir que con la COVID-19 se duplicó el número de personas que están en inseguridad alimentaria, y en lo que va de la postpandemia (2022-2023), pese al rebote económico del 13% en el 2021, la inestabilidad política, el incremento de precios del petróleo y de granos que importa el Perú, la pobre ejecución de presupuesto, la falta de inversión privada, los fenómenos climáticos, entre otros problemas que enfrenta el país, han puesto en riesgo la alimentación de la mitad de la población.

En julio de 2021, se aprobó la Ley N° 31315 de Seguridad Alimentaria y Nutricional, y en setiembre de 2022 se publicó un proyecto de reglamento, que aún no se ha implementado. Hay que retomar en la agenda de gobierno el tema de la inseguridad alimentaria desde una perspectiva integral y permanente, en el sentido de una estrategia en mediano y largo plazo para ir hacia una seguridad alimentaria y nutricional en el país.

Para enfrentar la problemática de la inseguridad alimentaria en el Perú, teniendo por delante el fenómeno de El Niño Global, se tiene que abordar también el tema de la seguridad hídrica y el alineamiento con el plan estratégico nacional. Se requiere de una actualización de la Política de Seguridad Alimentaria, dado que el alto nivel de inseguridad alimentaria permanente se identifica como un problema público prioritario.

A nivel político y de gobernanza, es insuficiente que el Midagri lidere la Política Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional sin establecer un liderazgo supraministerial, como ente rector, para que tenga una conducción a la cual se le exijan resultados, y rinda cuentas. Desde el lado operativo, es necesario tener una mirada integral y que se extienda a todo el país.

Por ejemplo, en lo que se refiere a las compras estatales a la agricultura familiar, según una evaluación preliminar no se está alcanzando la meta del 20% este año. Por otro lado, se vienen destinando recursos a proyectos de siembra y cosecha del agua, pero no son suficientes.

A esto se suma el que estamos en un contexto de sequía en todo el sur del país, particularmente en Puno y Cusco, donde la situación se torna delicada. También tenemos los problemas en el norte, donde parte de la infraestructura que se usa en el manejo del agua ha sido colapsada.
En el tema de protección social, la emergencia plantea revisar los programas alimentarios para asegurar que realmente respondan a las necesidades de acceso de alimentos, pensando en no repetir los errores de antes, sino que sean mucho más eficientes.

Es necesario tener en cuenta el rol de la mujer en la agricultura, y que las comunidades indígenas y nativas tengan una estrategia especial. También se requiere retomar la zona periurbana que ha sido completamente abandonada.

La crisis alimentaria no se trata solamente de desnutrición y de anemia. Hay que considerar también el sobrepeso y la obesidad en esta urgencia porque tenemos que desmitificar que son un problema de exceso de alimentos, son un tema de calidad de la alimentación.

Entonces, uno de los temas importantes es la urgencia de identificar cuáles son las personas, los lugares, los distritos que ahora están expresando la mayor prevalencia de inseguridad alimentaria y de malnutrición y poner metas claras.

El peligro de la sequía que hemos pasado en este verano último nos está mostrando que va a haber escasez de alimento, van a subir los precios de los alimentos y están subiendo. Hay que identificar las zonas de riesgo y en esos escenarios de riesgo no solamente actuar dentro de la perspectiva de acción reactiva, como está sucediendo ahora, que solamente son paliativos lo que se está dando, no se ha tomado una gestión prospectiva ni correctiva, debería trabajarse para el corto, mediano y largo plazo.

Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.