La lección que nos deja el espaldarazo de Estados Unidos a Marruecos

La lección que nos deja el espaldarazo de Estados Unidos a Marruecos

Con una verdadera política de Estado en el frente externo, el gobierno del demócrata Joe Biden -tal como lo hizo el expresidente republicano Donald Trump- acaba de reiterar su respaldo total a Marruecos sobre su plan de autonomía para el Sahara occidental, calificándolo de “serio, creíble y realista” al consagrar la soberanía de Rabat sobre este territorio y garantizando en ese marco que el pueblo saharaui pueda conseguir sus aspiraciones.

La foto del reciente encuentro en Washington entre el secretario de Estado, Antony Blinken, y el canciller marroquí, Nasser Bourita, confirma la enorme relevancia que la Casa Blanca otorga al reino de Mohamed VI, y el duro latigazo para países como el Perú que decidió inexplicablemente al revés.

En efecto, la alianza entre Rabat y Washington sigue empoderando a este país árabe del norte africano que el Perú en un acto de profunda incoherencia mermó a la importantísima relación bilateral, hoy agrietada por la desconfianza, luego de que, durante mi gestión, corrigiendo la irresponsabilidad de mis predecesores Óscar Maúrtua y César Landa, decidimos recuperar nuestra postura conforme al derecho internacional y desvincularnos totalmente de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática que no es un Estado y no existe como tal para la ONU ni para la inmensa mayoría de sus Estados miembros.

La visión de la diplomacia estadounidense -la nuestra debería dejar de creer erradamente que no hacer nada es lo conveniente- confirma su fina prospectiva para valorar estratégicamente el enorme valor de Marruecos en el ajedrez de la política internacional del Medio Oriente pues Rabat decidió con realismo y oportunidad la normalización de sus relaciones con Israel, aliado de EE.UU., constituyendo un gran paso para los dos Estados pensando en sus intereses nacionales.

Así, pues, mientras el Perú se ha retrotraído a la diplomacia de los tiempos de los picapiedras, el “hegemón” del planeta nos da una lección que como canciller jamás la hubiera deseado. Perdimos mezquinamente el brazo extendido que el canciller Bourita me extendió para superar en un santiamén nuestra crisis agraria por la escasez de urea, mientras Blinken por EE.UU., todopoderoso y con humildad, lo mantiene firme hacia Rabat.

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