La leche está derramada

La leche está derramada

Han transcurridos más de 75 días cuando en esta misma esquina había expresado mi rechazo a postular a Lima para organizar los Juegos Panamericanos del año 2027. Mis endebles argumentos por cuanto no soy economista ni pretendo demostrar que manejo estadísticas, pasaban por lo más simple y honesto que puede expresar un periodista.

Es decir sentirme afectado como ciudadano porque en un país donde el común denominador es la pobreza se distrajeran cuantiosos recursos para volver a hacer un evento deportivo, es cierto de gran jerarquía, pero sin argumentos válidos para gastarse 367 millones de dólares que han sido anunciados como Presupuesto Inicial de Apertura, lo que quiere decir que las cifras podrían ser muchísimo mayores o sea de espanto.

Sin ir muy lejos, ese mismo día en Miami, 12 de marzo pasado, cuando Panam Sports le otorgó la sede, la Municipalidad Metropolitana de Lima anunció 1,200 millones de dólares en obras para la ciudad y esos juegos, cuando nuestras carencias sociales y urgencias postergadas por décadas desbordan en todos los estratos y le meten la mano al bolsillo de millones de peruanos.

Los directivos del COP, Legado y hasta del IPD han salido a vender humo desde antes de esa fecha con aproximaciones sobre los beneficios económicos que dejarán los juegos, cuyas atrevidas versiones han sido descartadas por reconocidos profesionales, cuya orientación no es el ámbito deportivo. Sus pareceres van más allá, esgrimen como conclusión que este tipo de eventos con millonarios desembolsos favorecen mucho más a las empresas privadas y sus satélites.

Se mantiene la incógnita de saber cómo atenuar los índices de nuestra anemia que son cada vez más alarmantes, como alimentar mejor a nuestros niños que reciben productos no recomendables en los Wawa Wasi, o en todo caso, darles a miles de escolares un ambiente adecuado, con escuelas medianamente decentes, evitando el aún calor reinante y mañana más tarde guarecerse del frío. Tremenda tarea que no se cumple.

Y por cierto, la lista de pasivos en el país es inmensa y de larga data, no hay forma de atender porque estamos pensando en los JJPP del 2027 y como gastarnos una millonada de plata con la que podríamos hacer obras solidarias para la población que está suplicando que se le brinde al menos lo mínimo, acaso por ejemplo, en asentamientos humanos y sectores vulnerables que esperan tener agua y desagüe, pistas, veredas, escaleras, caminos y carreteras, transporte, así como seguridad ciudadana en el castigado territorio nacional.

Ya habíamos escrito aquí en aquella oportunidad y hoy lo repetimos. Participar Sí, Organizar No. No podemos estar en contra de la preparación y participación de los deportistas, finalmente esa es la razón del atleta que espera mostrarse cuando se dan las oportunidades. Hay en el país un número considerable de jóvenes que se alistarán para aquella justa. Hacerlo en Lima o en cualquier otro lugar no lo releva de tomar parte.

Lo terrible y lamentable es seguir gastando los pocos recursos del Estado en eventos de esta naturaleza, cuando tenemos miles de necesidades acumuladas por décadas. Es un disco rayado.

15 días de jolgorio y fiesta nos aguardan en 2027. Hasta ese entonces nuestra precariedad seguirá gobernando el país, el país de las promesas incumplidas y las poblaciones postergadas. La leche está derramada hace mucho rato.

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