La libertad y el miedo

La libertad y el miedo

Hannah Arendt decía del nazi Adolf Eichmann que podía escindirse el hombre de conciencia moral y el mediocre burócrata que cumple su deber legal. A decir verdad, el ser humano no se divide en uno robótico y otro de bien que vive su vida con nobleza. Si así fuera, el sicario puede alegar que lo suyo es un trabajo y que no merece condena.

Todo hombre es libre porque es un ser moral todo el tiempo. Lo es aún preso porque estamos condenados a la libertad y, por tanto, a responder. Sartre lo decía, pero nadie puede eximirse del mal que hace ni negarlo, porque hay al menos un resquicio que nos permite atisbar cuando obramos para mal. Somos esencialmente libres y porque lo somos es que también somos seres morales. Lo somos, sí, cuando no hay coacción. Nadie es bueno porque hace caridad si lo hace con una pistola en la cabeza o por el peso de la culpa o el miedo al infierno. El bien mayor no es el de los fariseos que quieren ganarse una lisonja de la sociedad o una estrellita en el paseo de la fama de la bondad, es el de quien practica el amor sin ser visto. No hay mayor acto moral que el de esa gratuidad porque hacer el bien es más difícil que hacer el mal: mentir, hurtar, codiciar y ganar siempre a costa del otro.

En una sociedad libre el bien y el mal existen porque hay elección humana. En una sociedad totalitaria somos vigilados para servir a la encarnación del mal, al sátrapa que es probablemente un exterminador que se hace rico y poderoso a costa del engaño y el miedo y que piensa por nosotros. Quien obedece al sátrapa desciende a su nivel, por lo que cuando la libertad es suprimida, la resistencia o la huida se convierten en salida.

Cuando un tirano dura una década o cuando un sistema totalitario no puede ser derribado es que surgen las sociedades esclavizadas, donde el hombre se somete y se escinde, dejando atrás sus valores y sentimientos para seguir los dictados del Estado que lo oprime o que lo priva de la libertad por el temor. Es el momento en el que el hombre deviene en verdugo o torturador. El peor enemigo de la libertad es el miedo y no hay régimen totalitario que no se valga de él.

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