La mentira como verdad

La mentira como verdad

Cuando conocí a Rafael López Aliaga en agosto de 2020 se presentó como un laico consagrado a Dios, hizo énfasis en reconocer mi trayectoria en defensa de las causas democráticas de nuestra nación, refiriendo que me seguía hace más de 30 años con especial admiración, dijo que lamentablemente él ya se había lanzado a la presidencia y que sería un poco feo que diga a sus bases que ya no era el candidato presidencial, aludiendo que le hubiera parecido bien que lo reemplace en esa candidatura, pero que me invitaba a ser la primera vicepresidente de la plancha presidencial del partido Renovación Popular y que por tal sería la No. 1 al Congreso; que él estaría la mitad del periodo en el cargo de Presidente y que luego renunciaría para dejarme el cargo, dado que él sólo necesitaba dos años para hacer cambios en la economía.

Me sorprendió verlo beber licor hasta embriagarse y hablar groserías de grueso calibre con absoluta normalidad, porque no son las características de una persona consagrada a Dios, le llamé la atención por las groserías y riéndose me dijo que trataría de no hablarlas en mi presencia. Tuvimos vergüenza colectiva cuando el día de la presentación del partido gritaba lisuras porque la transmisión de Facebook se caía, y una mentada de madre resonó al aire porque él creyó que se había vuelto a cortar.

Fue solo a la presentación del partido porque no quiso dejarnos hablar en ese acto y decidió arbitrariamente sacarnos de las candidaturas a la vicepresidencia y al Congreso a un extraordinario grupo de profesionales cristianos, a los cuales nos hizo inscribirnos en su partido para luego maltratarnos y vulnerar nuestros derechos humanos, civiles y políticos sin expresión de causa, sin que hubiera motivo alguno y sin decir hasta luego, nos sacó de los chats de WhatsApp de candidatos al Congreso y desmanteló el de la plancha presidencial.

Todos me preguntaron qué pasó, tampoco lo sabía, sólo vi un arrebato irracional, peligrosísimo en un Presidente de la República, que se agravó cuando para justificar su arbitrariedad mintió, difamándonos que le habíamos pedido dinero y que como no nos lo dio, renunciamos. Indignante, nunca le pedimos dinero, renunciamos al partido Renovación Popular por el alto concepto de la integridad cristiana, luego de ser maltratados, vulnerados en nuestros derechos fundamentales, por el manifiesto desprecio y utilización de los cristianos por su presidente, y comprobar que usa la mentira como verdad.