Las protestas sin resultados fortalecen a Boluarte

Las protestas sin resultados fortalecen a Boluarte

A pesar de la persistencia de las protestas, principalmente al sur del país y en Lima, el gobierno de Boluarte se ha fortalecido. Algo inevitable luego de las violentas arremetidas de los dos últimos meses, que no lograron su principal objetivo, que era sacarla del poder (buscando romper la institucionalidad democrática y el Estado de derecho), lo que ha generado un desgaste de la movilización en su contra.

Si bien varios gremios de diversa índole, que incluyen federaciones de estudiantes, se han sumado a la protesta, estos son grupos específicos, identificables y con agendas políticas determinadas, a raíz de lo cual tienen dificultad para articular un discurso que cale en la mayoría de la población, y sea capaz de propiciar una autoconvocatoria ciudadana a favor de la protesta, como sucedió en el caso de Merino (algo que se puede explicar por múltiples factores, entre ellos el papel que jugó parte de la prensa).

Conscientes de esta carencia, una de las estrategias comunicacionales de las últimas semanas de quienes protestan ha sido instar a la ciudadanía a que se autoconvoque, para lo cual han recurrido a videos y piezas gráficas difundidas por redes sociales, sin mayores resultados. Es más, en la mayoría de los departamentos afectados, varios grupos de ciudadanos, cansados de la situación que no les permite realizar sus actividades con normalidad, ya vienen reaccionando en contra de los manifestantes, incluso llegando a impedirles el paso.

Aunque algunos analistas consideran que esta derrota de los manifestantes se debe principalmente a la fallida arremetida contra Lima, esto no es necesariamente cierto, puesto que la movilización hacia Lima parece más la consecuencia de una derrota narrativa en los departamentos con mayor conflictividad: paralizar Lima era la última opción de conquistar el poder, una jugada desesperada. Actualmente en las manifestaciones en Lima se ven más colectivos capitalinos que las delegaciones regionales, pues poco a poco han ido retornando a sus departamentos.

Es cierto que varios departamentos del sur se encuentran incomunicados desde hace casi dos meses, pero esto no parece haber afectado el funcionamiento administrativo del Estado ni la dinámica social y económica del país, que ha empezado a destinar sus recursos a departamentos que no se encuentran en conflicto; por ejemplo, el turismo, en estas fechas de carnavales y vacaciones, se ha trasladado principalmente a los departamentos del norte.

La convulsión social de las primeras semanas luego del golpe de Estado de Pedro Castillo parece estar pasando, diluida en la violencia propiciada por sus actores, quienes, de manera estratégica, no han liderado abiertamente las manifestaciones. Este decaimiento en las protestas violentas viene de la mano con un fortalecimiento institucional y mediático de las fuerzas del orden; algo predecible frente a los constantes ataques al Estado, que, desde una perspectiva sistémica, buscará herramientas y mecanismos para mantenerse vigente.

Se puede asumir que la conflictividad, aunque cada vez más tenue, se mantendrá durante un tiempo, posiblemente durante lo que dure el gobierno de Boluarte, pues el confrontar a la presidenta se ha convertido en una plataforma política para un espectro del electorado, que será aprovechado por dirigentes que manejen un discurso antisistema.

Aun así, parece cada vez más lejana la posibilidad de que estas protestas pongan en riesgo al gobierno de Boluarte, todo lo contrario, su persistencia sin resultados muy probablemente seguirá generándole herramientas y apoyo institucional a fin de defender al Estado Peruano, la institucionalidad democrática y el Estado de derecho.