Los fanáticos
Los fanáticos
La cultura política se basa en el conocimiento de los jugadores. Juegan los demócratas que entienden la política como acuerdo y que saben que se extinguirán por el ciclo natural de la vida política. Por su lado, los extremistas se cierran en una posición y no ceden ni aceptan ciclos naturales, lo suyo es una vocación de perpetuidad en la lucha y en el poder.
Sendero Luminoso fue el primer caso. Algunos señalan que Perú Libre es lo más reciente por otra vía, y, a decir verdad, Perú Libre es una etiqueta. Frente a los fanáticos están los ingenuos que creen que con los extremos se puede negociar sin ver que cuando negocian fingen negociar. Lo hicieron en Colombia, ganándole ventajas al Estado para obtener el equilibrio. Me refiero a las FARC (que hasta zonas de distensión lograron).
En política la ingenuidad paga. Creyeron en el año 2001 para adelante que Sendero Luminoso había muerto o que sus militantes residuales habían migrado al VRAEM como vigías del narcotráfico.
Presa la cabeza y subestimado lo del “recodo”, podía gestarse una reconciliación. El fanático muere fanático, podrán pasar cuarenta años y será el mismo cuando abandone la prisión porque lo suyo es una estructura mental y matará o morirá por ella. Nunca se entendió que un libro de memoria de una supuesta verdad mirada desde la izquierda soft no cerraba la historia. Por tal, fácil Sendero Luminoso se convirtió en Movadef. Sus liberados se reinsertaron e infiltraron y los “pioneritos” engrosaron las generaciones de la violencia por venir. El Estado miraba a otro lado sin ver que había un foro internacional rojo y que en el sur andino Evo Morales hacía de las suyas con la aspiración de gestar su región.
Como no aprendimos nada, creímos que siempre se puede negociar y que siempre hay algo que juntos podemos reformar, pero no hay un “juntos” por reformar ni un “juntos” para nada con el extremo. Los marxistas leninistas de este tiempo solo tienen por objeto y no negociable ni morigerable, la asamblea constituyente. Gobernar es nada sin poder. Una asamblea corporativa, totalitaria y centrada en el poder. No hay punto medio, solo lucha inteligente.
“¡Más allá de la victoria!”, dicen sus líderes con esa dureza y seguridad de la que carecemos por la falta de un gran líder demócrata que confronte con la misma convicción con la que Churchill confrontó con los nazis.
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