Mudar de abismo

Mudar de abismo

Me gustan estos silencios. Los conozco como quien dibuja una cabaña sobre el viejo cuaderno al que retornamos para encontrarnos en aquellos textos que escribíamos a mano, como si descifrándolos recuperaremos las respuestas que fuimos perdiendo con los años. Es increíble cómo a medida que envejecemos las preguntas se tornan más estáticas. Ya no nos sitian las dudas sobre dónde iremos cuando nos visite la parca o por qué el amor es un animal que cuando llega lo devora todo con la sagacidad de un tornado al que poco le importa los daños colaterales. El misterio de la madurez continúa imponiéndose sobre los rieles, aún así su claridad sigue pareciéndose lo más cercano a la belleza. Hace algunos años, estos silencios habrían sido causales de nostalgia. Ahora los recibo con la alegría de un hombre que los necesita para entender con quiénes verdaderamente cuenta.

Casi como cuando estoy en los previos de la organización del FIP Primavera Poética, evento que organizo hace diez años y que por razones de hastío con la virtualidad no lo hice el año pasado: escriben, llaman, preguntan si ya está cerrada la programación, quiénes son los invitados y un largo etcétera de inquietudes que frisan hasta la preocupación por mi salud; yo los atiendo, a veces les respondo, son tan predecibles en sus adjetivos que caen en el lugar común de la hipocresía. Pasa el festival y de nuevo retorna el silencio, los mensajes de preocupación y de zalamería se esfuman por arte de magia. Así sucede con las ferias. Hasta hace poco más de mes y medio, cuando estuve al frente de la dirección de cierto gremio, la dinámica fue casi la misma: opté por retirarme para reencontrarme con estos silencios, con esta posibilidad de organizar para mí, de tener tiempo para escribir lo que verdaderamente importa, para hacer lo que me place.

Pienso que la vida en su fugacidad nos pone a prueba, nos exige comprender que la primera atención es hacia uno. Hacer lo que nos reactiva, debe ser la máxima de todos nuestros días. Ahora, sin cuentas de Gmail y con un nuevo Facebook, mi apuesta sigue siendo la escritura y todo lo que viene consigo. Por eso me conmueven estos espacios como filtros, esta sensación de ver más allá de lo evidente. Me he dado este lugar para cargarme de energía, para hibernar como un oso, para asistir, noche a noche, al cuaderno sobre el que he vuelto a escribir, a mano, en un ejercicio de memoria que me permite mudar de abismo.

Mira más contenidos siguiéndonos en FacebookTwitter Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.