Perú necesita frenar la fuga de talentos y capitales

Perú necesita frenar la fuga de talentos y capitales

La fuga de talentos, más difícil de recuperar que los capitales, es un desafío crítico que en ambos casos se enfrenta el Perú con implicaciones profundas para su desarrollo social y económico. La migración de profesionales altamente capacitados y el retiro de activos financieros, fenómeno potenciado por los requerimientos de la Era Digital, han debilitado la capacidad del Perú para competir en el mercado global. La pérdida de capital afecta la inversión privada, que ya muestra un crecimiento mínimo, mientras que la emigración masiva priva al país de su recurso más valioso: el talento humano.
Desde la salida masiva de activos financieros, como los US$ 22,900 millones perdidos entre 2021 y 2024, hasta la emigración de más de 600 mil ciudadanos en el presente año, ambos fenómenos reflejan una crisis estructural marcada por la inestabilidad política, la falta de oportunidades y la precariedad laboral.
Según el INEI, el 76% de los jóvenes peruanos planea emigrar, evidenciando un círculo vicioso donde la falta de oportunidades impulsa la migración, lo que a su vez limita el desarrollo interno y ahonda las desigualdades estructurales. La emigración de jóvenes peruanos capacitados, en busca de mejores oportunidades en el extranjero no solo representa una pérdida de talento para el país, sino que también plantea desafíos para las empresas locales que buscan atraer y retener a los mejores profesionales.
En el panorama global, la situación no es exclusiva del Perú. Entre 1990 y 2010, la emigración de talentos altamente capacitados hacia alguno de los 34 países que conforman la OCDE aumentó un 130%; particularmente el número de mujeres aumento 152% entre esos años, incrementándose de 5,7 millones de mujeres migrantes a 14,4 millones.
Este fenómeno resalta la necesidad de políticas que retengan y valoren el talento, evitando que los países en desarrollo sigan siendo víctimas de un drenaje de recursos humanos y financieros.
Esto se da en un contexto en el que, los países en el mundo se encuentran preocupados principalmente por el crecimiento de PBI, cuando deberían enfocarse más en la dirección y calidad de ese crecimiento. Debido a eso, se faculta a las empresas el recomprar acciones y maximizar ganancias a corto plazo, lo que no genera una cadena de valor que beneficie a la sociedad, ante lo cual el Estado podría desempeñar un rol crucial al reorientar las políticas económicas hacia objetivos inclusivos y sostenibles.
La implementación de legislaciones que condicionen el apoyo público a las empresas, como la reducción de impuestos y otros beneficios tributarios para quienes prioricen el reinvertir en investigación, desarrollo y formación del capital humano, podría fortalecer la capacidad productiva del país y reducir la dependencia de factores externos. Por ejemplo, la Ley de Chips y Ciencia de EE.UU., que prohíbe el uso de fondos públicos para la recompra de acciones, demuestra cómo las políticas orientadas hacia la innovación pueden generar beneficios amplios y sostenibles.
La propuesta de la economista Mariana Mazzucato plantea orientar la economía hacia misiones específicas, lo que podría significar una estrategia clave para abordar las crisis interrelacionadas de la fuga de talentos y capitales en el Perú.
Al igual que la NASA impulsó innovaciones tecnológicas a través de su misión de llegar a la Luna, y no solo por buscar crecimiento por crecimiento, lo que terminó generando riqueza y desarrollo, el Perú podría establecer objetivos claros para la sostenibilidad, la inclusión y la competitividad global. Este enfoque no solo fomentaría un crecimiento más equitativo, sino que también enviaría un mensaje positivo a los inversores, restaurando la confianza en el mercado peruano.
Además, este modelo ayudaría a cerrar la brecha de talentos, creando un ecosistema donde los profesionales encuentren oportunidades para desarrollarse dentro del país. La inversión en sectores estratégicos, como la economía verde y la digitalización, no solo retendría a los talentos actuales, sino que también atraería a aquellos que han emigrado.
Nuestro país enfrenta un punto de inflexión. La combinación de fuga de talentos y capitales amenaza con perpetuar las desigualdades y frenar el desarrollo económico. Sin embargo, a lo largo del mundo se vienen planteando propuestas para un futuro sostenible. El Perú necesita la energía, creatividad y capacidad de los jóvenes para adaptarse a los cambios e impulsar el desarrollo, la innovación y la transformación social. Cuando los jóvenes se quedan y aportan su talento, fortalecen sus comunidades, impulsan la economía y ayudan a enfrentar los desafíos del país, contribuyendo directamente al desarrollo y crecimiento del Perú.

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