Perú: para romper el yugo

Perú: para romper el yugo

Lo peor que le puede pasar a una nación es no saber lo que le pasa, o que crea la versión de quienes la han insertado en su conciencia a través de los medios que manejan, para mantenerla subyugada a sus intereses, que es el caso del Perú, dividido por esto en dos bandos, uno que cree que sigue al bueno y el otro también.

Para colmo, ambos creen que el trasfondo es ideológico, pues los que creen en la reivindicación de los pobres por medio de las ideas de izquierda odian profundamente a los que dicen ser de derecha, y viceversa, formando ambos parte de la gran masa subyugada a los intereses extranjeros, que dominan la economía del Perú usando a los partidos de izquierda y derecha.

El desprecio por el que no comulga con el liderazgo propio que se cree traerá la libertad y el desarrollo, va desde la ofensa más lacerante hasta la agresión física en las calles; lo que la élite mundial, que gestó este falso conflicto social, festeja, mientras continúa apropiándose del territorio y riquezas del Perú.

Penoso papel de arlequines que juegan los políticos que se ocupan del menudeo político nacional para llenar titulares y entretener a la gente, para que no se dé cuenta que le están rematando la Patria.

Para colmo, interrumpen su actuación teatral para aprobar una ley que legaliza el despojo del territorio y destrucción del medio ambiente natural de las comunidades nativas, demostrando una vez más, que el sometimiento al yugo globalista es compromiso de la mayoría de partidos representados en el Congreso.
Irremontable situación la del Perú, a menos que:

1. Dejemos de considerar opción de gobierno a los partidos políticos que se han sometido a la agenda 2030, por sus propios intereses.

2. Dejemos de considerar presidenciables a los líderes de los partidos que han estado detrás de la cooptación de la Fiscalía de la Nación y demás órganos autónomos del Estado.

3. Dejemos de creer que una propuesta de derecha o de izquierda traerán los cambios que el Perú necesita, pues ninguno lo hará, si sus líderes están ocultamente subyugados a la élite internacional.

4. No votemos por quienes se han paseado antes de las elecciones por el Foro de Davos o el de Sao Paulo, o visitando a sus miembros.

5. Seamos capaces de reconocer que ninguna ideología cambia naciones, sino la fortaleza moral de un pueblo que se decide a salir por encima de sus escombros con un capaz liderazgo de integridad.

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