Peruanidad y diplomacia
Peruanidad y diplomacia
Peruanidad no solo es el sentimiento de pertenencia al Perú. En la peruanidad se encuentran expresiones esenciales de un espíritu nacional, como son un pasado y un destino comunes Es historia, cultura, así como la suma de vivencias que solidifican a un país dotado de varias regiones naturales que acoge a muchas razas. Es asimismo la suma de lo que hemos heredado de nuestros héroes, escritores, artistas, trabajadores, entre tantos otros humanistas; y especialmente de la formación que hemos recibido en nuestros hogares e instituciones.
La peruanidad nos distingue frente a otras naciones. Si bien el nombre de Perú no tiene arraigos geográficos ni vínculos ancestrales conocidos en un país milenario que amalgama muchas culturas, esta denominación –palabra de cuatro letras- cobra significación a partir del encuentro de dos continentes hace más de quinientos años. Es entonces aceptada bajo el raciocinio de que identifica a una autonomía que cobra su expresión jurídica y política soberana con la proclamación de la Independencia del Perú, el 28 de julio de 1821
La proyección internacional del Perú – profesionalmente conducida- se da a través de la diplomacia. Con nuestra política exterior nos integramos a la comunidad de naciones como un país soberano, con identidad y representación propias.
Por ello, el día 3 de agosto de 1821, sólo días después de la proclamación de la independencia, se creó el Ministerio de Relaciones Exteriores y se conmemora el Día del Diplomático, que en realidad debería llamarse Día de la Diplomacia.
Nuestro Servicio Diplomático es tan antiguo como eficiente y cuenta con gran prestigio. El Servicio Diplomático fue creado hace 177 años. Hoy el diplomático, al igual que el médico o el militar, es un profesional que está al servicio del país, todos los días y a cada hora. Realiza sus actividades más allá de las fronteras, y en comunidades o países que son ajenos y lejanos También la diplomacia se ejerce en forma multilateral en Organismos internacionales Tiene que vencer muchas dificultades. No siempre las circunstancias le son favorables.
He servido en el campo consular, en el bilateral, así como en el multilateral. Me consta entonces que el diplomático tiene que afrontar tareas muy complejas, que son, por lo general, absorbidas con la confidencialidad o el secreto debido. Es imprescindible la interrelación – y negociación- con aquellos que no comparten todas nuestros intereses o argumentos. La diplomacia debe ser preventiva. Las guerras son muy costosas. Se gastan enormes sumas en armamento, en tanto muy poco se invierte en diplomacia.
El Perú tiene menos de mil diplomáticos, contando los que están en retiro, y su acción es cada vez más necesaria. Desarrollan su trabajo en un ámbito por lo general antagónico buscando consensos para defender los intereses permanentes del país, así como para proteger los derechos de los nacionales en el exterior, que, en el caso del Perú, son mas de tres millones.
Los diplomáticos constituyen una garantía para la seguridad del país en el frente externo. Se considera a la diplomacia la primera línea de la defensa nacional. La peruanidad está representada en todo momento -con excelencia- en nuestra diplomacia.
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