Prueba PISA desnuda nuestra lamentable realidad educativa

Prueba PISA desnuda nuestra lamentable realidad educativa

Lo que actualmente sucede en nuestro país, insatisfacción ciudadana por falta de atención de sus necesidades (84% desaprueba a Boluarte y 76% a Otárola), un régimen con falta de liderazgo que no ha aprobado ni elaborado nada relevante, crece la inseguridad ciudadana, una economía en declive, enfrentamientos en el Congreso y Ministerio Público, etc., este panorama nos desvía la atención para analizar y debatir la grave situación de la educación escolar, principal recurso de un país para construir una ciudadanía responsable, solidaria y ética, y con futuro viable.
El pasado 5 de diciembre, la OCDE presentó los resultados de la última prueba PISA-2022 (Programa para Evaluación Internacional de Estudiantes) que mide la capacidad de estudiantes en matemáticas, comprensión lectura, ciencias, y pensamiento creativo (este último resultado será publicado en junio 2024); por nuestro país intervinieron 8,787 estudiantes de secundaria (edad 15 años), de 337 colegios (73% públicos, 27% privados). Los resultados se miden en 6 niveles de aprendizaje, el 6.° es el óptimo, en nuestro caso, los resultados son críticos en el área urbana y muy graves en el área rural, la mayoría de estudiantes solo llegó hasta el 2.° nivel (únicamente responden reactivos básicos y realizan inferencias sencillas): en matemáticas (área urbana 66%, rural 89%), en comprensión lectora (área urbana 50%, rural 79%), y en ciencias (área urbana 52%, rural 78%).

Aunque nuestro problema educativo es estructural, actualmente está en declive pronunciado, primero, porque Castillo creó la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú (Fenatep), y actualmente Boluarte la defiende incondicionalmente, a pesar oponerse a la carrera docente y a la meritocracia, además, mantiene ascendencia sobre grupos radicales de maestros y su fundamentalismo sindical afecta nuestra democracia; segundo, porque en este gobierno, en sus dos fases, han pasado seis ministros de Educación, siendo imposible seguir una adecuada política educativa; tercero, porque el Congreso, en setiembre pasado, repuso automáticamente a 14,000 profesores interinos cesados que no quisieron rendir evaluaciones o desaprobaron, afectando la reforma educativa y la meritocracia; y, cuarto, porque el gobierno incumple su deber constitucional de asegurar que nadie se vea impedido de recibir educación adecuada, y de supervisar el cumplimiento y calidad de la educación (artículo 16).
Bajo este panorama, la última prueba PISA ha desnudado nuestra lamentable realidad educativa por lo que la ministra de Educación debería renunciar. El gobierno está obligado a implementar políticas que mejoren su calidad, capacitando y evaluando permanentemente los docentes (y no lo contrario) para que estimulen en los alumnos creatividad y análisis, y, como derecho esencial, brindar un acceso equitativo a estudiantes de todo nivel socioeconómico porque actualmente no garantiza iguales oportunidades de desarrollo de las capacidades de aprendizaje.

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