¡Salvemos al Perú!

¡Salvemos al Perú!

En enero de 1881 las hordas chilenas ocuparon Lima. Muchos de nuestros ancestros lucharon como titanes contra el enemigo, pero la cobardía de Piérola, la desorganización de la tropa y la falta de liderazgo determinó la desgracia.

Fuimos derrotados en San Juan, Miraflores y la Rinconada; Chorrillos y Barranco fueron presas de crímenes de lesa humanidad. Y lo peor vino después: estando desguarnecida Lima, hordas de soldados peruanos en desbande, malandrines y bandas delincuenciales prosiguieron la ordalía. Tuvieron que ser las guardias cívicas de las legaciones extranjeras quienes pusieron finalmente orden a la capital.

Nuestro pueblo ha sido víctima de seres desalmados. Pero no solo en el pasado remoto. A lo largo del siglo XIX fueron catorce las guerras civiles que padecimos. Y entre 1980 y el 2000 la vesania terrorista cobró la vida a unos 36,000 compatriotas. Senderistas y emerretistas mataron a tiros, bombas, piedras y hachas a militares, policías y civiles en el interior del país, donde hasta tuvieron campamentos de indígenas esclavizados. En Lima el crimen de Tarata nos enrostró el genocidio comunista.

Por otra parte, a lo largo de la historia desde el momento virreinal hasta la década de 1930, la República del Perú perdió más del 35% de su territorio. Con lo cual las gestas heroicas de Grau, Bolognesi y Cáceres, entre tantos otros, han quedado como hitos infructuosos para las nuevas generaciones.

Tras estas reflexiones, cargadas de ira y de dolor, surgen las pregunta actuales: ¿Cómo es que a pesar de todo aceptemos mansamente que un gobierno comunista declare, por ejemplo, como patrimonio cultural a ese esperpento que se llama el Ojo que Llora que celebra al terrorismo?. ¿Qué nos falta para levantarnos con la legitimidad de ser peruanos y destruir esa ofensa? ¿No tenemos valor para desaparecer ese tributo a SL y el MRTA?

Y en cuanto al desvarío presidencial de ofrecer cesión territorial a Bolivia, ¿no advertimos que no es solo idea de un ignorante, sino flagrante traición a la patria? ¿No entendemos que es parte del plan continental que quiere desaparecer al Perú como República independiente?

¿Dónde están los batallones ciudadanos que boten, de una vez, al despreciable que ocupa palacio de gobierno?

Esta no es un columna política semanal más. Es un exhorto desesperado a la acción para hacer aquello que el Congreso demora mientras la patria desfallece. Este es un grito que pide ¡salvemos al Perú!

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