Sesgo cognitivo a favor de Castillo
Sesgo cognitivo a favor de Castillo
Resulta increíble que gran cantidad de la población, a pesar de haber visto a Pedro Castillo en televisión nacional dando un golpe de Estado el 7 de diciembre de 2022, sea capaz de negar esta realidad y reemplazarla por una narrativa intrincada en la que fue a Castillo a quien le dieron el golpe, como si lo que todo el país vio en sus pantallas nunca hubiera sucedido.
Distintas teorías absurdas y conspiranoicas intentaron explicar el accionar del entonces presidente: se dijo que lo habían drogado, también que se encontraba amenazado y, por último, que en verdad no dio un golpe, sino tan solo una especie de bluf, porque no lo había coordinado con las Fuerzas del Orden.
Sin embargo, lo más probable es que haya sido un acto desesperado al sentirse seguro de su vacancia, luego de que Salatiel Marrufo, exasesor del Ministerio de Vivienda, declarara, ante la Comisión de Fiscalización del Congreso, que le entregó dinero no solo a los hermanos de Castillo, sino que le dio 50 mil soles en un sobre a él en persona, un día que el entonces presidente se apersonó a su despacho en el ministerio.
Más allá de las razones de su rompimiento constitucional, el hecho concreto es que Castillo, siendo presidente de la república, era el jefe supremo de las Fuerzas Armadas y policiales, y les ordenó intervenir a las demás instituciones del Estado.
Ciñéndose al mandato de la Constitución, las Fuerzas del Orden no siguieron esta directiva y esperaron a que, en el marco del Estado de Derecho, del imperio de la ley, se planteara una acción constitucional que permitiera superar el rompimiento con la legalidad, lo que se dio con la vacancia de Castillo.
A pesar de los hechos fácticos, la campaña de victimización y polarización que utilizó Castillo durante su gobierno, la cual aprovechó las brechas sociales, culturales e históricas que el Estado peruano no termina de cerrar, ha contribuido a la aceptación de estas narrativas falaces. A lo anterior, se suma el respaldo de presidentes de izquierda de la región (por motivos más complejos que la simple solidaridad internacional), a la narrativa de que Castillo no dio un golpe de Estado, sino que a él se lo dieron, y que el Perú se encuentra en una dictadura.
Debemos considerar que la capacidad de negar la realidad no es nueva, ha sucedido durante toda la historia y ha sido canalizada en base a la ciencia de la propaganda que, hoy en día, en que se puede utilizar las redes sociales para difundir contenido, ha encontrado nuevas herramientas para lograr los objetivos de quienes la aplican.
A esto se suman los algoritmos con base en los cuales trabajan las redes sociales y que se aprovechan del fenómeno del sesgo cognitivo, haciendo que solo consumamos contenido que esté acorde a nuestros gustos y preferencias, bloqueando todo lo demás.
Al solo consumir contenido que refuerza nuestras ideas y rechazar tajantemente cualquiera que pudiera alterar la lógica de lo que pensamos, la verdad, por lo menos en política, deja de importar, pues la realidad, para cada individuo, se construye a partir de su percepción.
En base a esto, surgen narrativas diametralmente opuestas que compiten por el podio de la realidad: golpe y no golpe, dictadura y no dictadura, Castillo víctima y Castillo delincuente, y algunas otras, que han exacerbado la polarización en el país, llevándonos a un punto en el que parece imposible llegar a acuerdos; todo indica que estamos en tiempos de posturas irreconciliables, tanto en el ámbito político como en el social.
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