¡Siempre las maestras y los maestros!
¡Siempre las maestras y los maestros!
El próximo lunes, en la mayoría de nuestras instituciones educativas estatales se iniciará el año académico 2023. Las condiciones de la infraestructura educativa son caóticas y siguen siendo la gran deuda de todos los gobiernos de turno con el país esta ha sido, con todas sus limitaciones, asumida por los padres de familia. La situación en el caso del magisterio es alarmante: salarios de hambre, cero programas de capacitación y de formación continua, nulo soporte con material educativo pertinente, y así podríamos seguir con una larga lista. En esas condiciones se iniciará el año escolar.
¿Qué esperar de un Estado miope? ¿Qué hacer para revertir esta situación? Está claro que continuaremos bregando para que la educación se afirme como un derecho que nos asiste a quienes vivimos en el Perú, una educación gratuita, democrática y de calidad, en la que el Estado invierta y se haga cargo de las reales necesidades que la aquejan, y no un Estado que se hace de la vista gorda ante tremendos problemas con las consecuencias conocidas.
Todo esto va más allá de acciones infladas pomposamente por quienes dirigen el sector educación que al final son apenas gotas de agua donde se requieren verdaderos manantiales. Ojalá entendamos algún día que la educación es un derecho inalienable.
Lamentablemente se nos vende la idea de que este es un servicio y como tal debe regirse por las reglas del mercado. De ser así habremos involucionado como sociedad y como país.
Sin embargo, el aporte de la mayoría del magisterio peruano es significativo. Maestras y maestros están acostumbrados a hacer de tripas corazón para desplegar todos sus esfuerzos en sus respectivas instituciones educativas; siempre saldrán a dar lo mejor para recibir y atender a su alumnado porque son conscientes de la importancia de la educación como ente transformador de realidades.
Las maestras y los maestros tienen siempre una perspectiva esperanzadora, el panorama bajo sus miradas hace que las múltiples dificultades sean oportunidades para poner a prueba su profesionalismo y al final disfrutar en silencio del deber cumplido. Felizmente la gran mayoría del magisterio lo es por vocación.
La vocación de servicio es su arma espiritual y siempre la traen consigo; vocación entendida como compromiso social y también como realización personal. No son profetas, pero impactan personal y moralmente sobre sus estudiantes. Esto hace que el trabajo que despliegan siempre tenga un valor social que trasciende más allá de su ámbito personal.
¡Maestras y maestros! A ustedes se les llama para formar a las futuras generaciones que se harán cargo de sacar adelante nuestro país.
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