Turismo socialmente responsable

Turismo socialmente responsable

Luego de la COVID-19 una de las actividades que ha tomado fuerza es el turismo, que genera ingresos, pero además impacta en el medioambiente. Los especialistas afirman que el masivo ingreso a zonas naturales como humedales, manglares, arrecifes de coral, zonas costeras y regiones alpinas, son impactadas por el ir y venir de los turistas y de los desechos que van dejando a su alrededor.

No queda duda que el turismo fomenta la economía, por ejemplo en España desde 2019 aporta al PIB más de 1500.000 millones de euros, cifra a la que se le unen los más de 16.000 millones de euros que gastaron los foráneos en el país solo en 2020.

Sin embargo, esta bonanza financiera refleja, por ejemplo, que el uso de las playas de las islas mediterráneas, durante el verano, es responsable de hasta el 80 % de la basura marina acumulada.

En el Perú, la creciente demanda para visitar Machu Picchu obligó a las autoridades a limitar el ingreso con el fin de proteger y conservar la ciudad inca, siendo el aforo total de unos 3,500 turistas por día como máximo. Esto se hizo por la seguridad del monumento arqueológico y la integridad de los visitantes y trabajadores. Hoy el número de visitantes está dividido en cuatro boletos, cada uno con sus respectivos horarios de ingreso.

Es una realidad que el turismo está estrechamente vinculado a los recursos del entorno que producen bienes y servicios finales. Sin embargo, se afirma que el turismo contribuiría a que se agoten los recursos o se alteren los paisajes. Por ello, el turismo depende de la calidad y el estado del paisaje, lo cual implica el desarrollo de un modelo en equilibrio con su entorno y no que sea depredadora de recursos y del ambiente.

Hay que recordar que la eficacia y la eficiencia de la explotación turística bien llevada aporta los recursos que son la base de la oferta turística. Si no se logra mantener su sostenibilidad (recursos y servicios ambientales), la actividad turística podría verse afectada, perdiéndose su eficacia y eficiencia (Burgui 2013).

Además, existe la responsabilidad del turista, quien debe mostrar un cambio de actitud y comportamiento hacia el entorno que visita, en tanto que los gobiernos deben priorizar la no masificación de destinos con el fin de no degradar el producto turístico ofrecido y que no baje el nivel de satisfacción del turista. Ofrecer un modelo de desarrollo turístico socialmente responsable, donde esté en valor la cultura, la naturaleza y se incentive su conservación, es la política correcta. Así el turista como el medio ambiente serán beneficiados.

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