Un Estado secuestrado y un Congreso pusilánime

Un Estado secuestrado y un Congreso pusilánime

La Junta Nacional de Justicia (JNJ) es un instrumento coactivo fabricado por un manipulador, Martín Vizcarra, para controlar el Estado apelando a chantajear a sus tres poderes y al Ministerio Público, con el fin de maniobrar al resto del sector público.

Los actuales miembros de la JNJ están respaldados por un amasijo de ONGs, que se han apoderado del Estado sin permiso del ciudadano para, desde allí, impartirnos instrucciones.

Por tanto, si continuamos obsesionados con mantener en sus cargos a los actuales miembros de la JNJ -seleccionados por la mafia caviar, cuya cúpula lidera el inefable Gustavo Gorriti- estamos permitiendo que los caviares gobiernen el Perú para transformarlo en ese Estado fallido que procuran imponer, para dar el golpe final que les permita quedarse por tiempo indefinido.

No existe explicación lógica ni jurídica -salvo un temor divino- para que el Tribunal Constitucional demore tanto en emitir las sentencias que hacen falta para destituir a los integrantes de la JNJ. Lo mismo sucede con el Congreso, llamado el primer poder del Estado, que tristemente prefiere vivir de perfil, perdiendo tiempo.

Mientras tanto, sus integrantes se embolsican decenas de miles de soles cada mes, viviendo como jerarcas a costa de Juan Pueblo, disfrutando de una multitud de ingresos colaterales, esperando que el Estado colapse y se produzca tal zafarrancho que nos derive a ser la versión andina de Venezuela.

Esta es la realidad actual del Estado peruano, amable lector. Y si usted todavía está convencido de que las elecciones en este país sirven para que su voto -y el de todos los peruanos con derecho a él- elija a las autoridades que nos gobiernen, pues sentimos mucho decirle que está absolutamente equivocado. ¡Acá no mandan los votos de los peruanos! ¡Acá se impone el ucase de los caviares que, vía un ejército de ONGs, hace dos décadas capturaron el Estado chantajeando a sus autoridades a través del Ministerio Público y parte del Poder Judicial!

Eso incluye al poder Ejecutivo, aunque no en el caso de Dina Boluarte, hasta hoy alérgica a la cultura caviar. Ni tampoco en todo el Legislativo, pues aún quedan parlamentarios que no comulgan con el credo caviar.

Resulta incongruente que este Congreso -que ha demostrado coraje cuando de defender sus fueros se trata- no aplique ese talante en el caso de los ciudadanos. Al extremo que muchos legisladores se arman de valor, dispuestos a lanzarse contra quienes amenacen sus intereses; pero esos mismos padres de la Patria son incapaces de apelar al razonamiento para defender a Juan Pueblo. Allí sí se acobardan y callan, para después justificar su pusilanimidad, responsabilizándose unos a otros y/o achacándole la culpa a algún dispositivo legal.

De manera que queda demostrado que, con el actual Congreso, los peruanos de a pie no están defendidos como ordena la Constitución. Claro que cuando los caviares pongan en jaque a los congresistas y estos apelen al ciudadano para que los defienda, será demasiado tarde. Porque finalmente habrá caído el único bastión democrático que aún queda.

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