Un mar de esperanza
Un mar de esperanza
Esta semana, USIL firmó un convenio con la Marina de Guerra del Perú, institución a la que quiero mucho por haber cumplido allí mi servicio militar obligatorio. Firmamos el acuerdo a bordo del BAP Unión, moderna nave de estudio y formación de los cadetes, fabricada íntegramente en el Perú, en los astilleros del Servicio Industrial de la Marina (SIMA). Es la tercera nave que fabricamos en el país —las otras son los BAP Pisco y Paita—, lo que nos pone en un momento expectante para el desarrollo de la industria naval en el Perú.
La industria naval es una de las industrias más importantes en el mundo; y tiene una gran influencia en la economía global, el transporte marítimo y la seguridad nacional. Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, el transporte marítimo mundial movió más de 11 mil millones de toneladas de carga, lo que representa aproximadamente el 80 % del comercio mundial en términos de volumen y el 70 % en términos de valor (UNCTAD, 2020).
Por otro lado, a raíz de los problemas de interrupción de carreteras que hemos visto con los huaicos e inundaciones, el cabotaje es una alternativa económica y eficiente para conectar las diferentes regiones de nuestro país. El cabotaje podría incluso desarrollar el comercio y el intercambio de bienes con otros países de la región, como Chile, Ecuador y Colombia. Contribuye también al desarrollo del turismo, al permitir el acceso a lugares costeros que de otra manera serían difíciles de alcanzar. El Congreso de la República debiera aprobar una ley para promover esta industria.
La construcción y reparación de buques, barcos graneleros, tanqueros, pesqueros y otros vehículos marítimos requiere mano de obra altamente capacitada y un alto nivel de tecnología y experiencia. En la Marina de Guerra del Perú han desarrollado lo que consideran un modelo de inversión y desarrollo de la industria naval, que busca en el corto plazo convocar capitales internacionales.
Existen por lo menos 30 empresas internacionales que han mostrado interés, y cinco que ya han presentado sus ofertas verbales. La próxima inauguración del puerto de Chancay —tres veces más grande que el del Callao— es el incentivo para dinamizar esta industria. Los pedidos para fabricar, exportar o reparar buques van desde remolcadores, trasatlánticos, hasta barcos de guerra.
Es aquí donde entra el factor educación. En la industria naval, la educación y la formación son necesarias en muchos campos, incluyendo la ingeniería naval, la mecánica, la electrónica, la logística y la administración de empresas.
Desarrollar una industria requiere no solo capitales nacionales y extranjeros, sino mercado y mano de obra calificada. En el caso de la formación educativa se requiere que las universidades y los institutos técnicos se alineen a la demanda de la nueva industria que se viene en el Perú.
Los electricistas, mecánicos y maquinistas de hoy deben pasar a ser electromecánicos, desarrolladores de sistemas, mecatrónicos, soldadores, maestros de diques. Y los oficiales deben especializarse en planeamiento estratégico, arquitectura naval, gestión pública, negocios internacionales, transferencia digital. Fue muy estimulante escuchar que cada pieza del BAP Unión fue hecho por un pool de industrias peruanas, lo que indica que tenemos el potencial para seguir produciendo naves para el sector pesca, transporte, turismo e incluso militar, como las patrullera que ya están en los planes del SIMA.
La industria naval es esencial para la economía local y global. Desde la academia hemos decidido apoyar firmemente este despegue por su impacto positivo en la economía, el desarrollo y la seguridad nacional.
Apostamos por formar los técnicos y profesionales necesarios para impulsar el transporte marítimo, que es una de las formas más importantes y eficientes de transporte de mercancías en todo el mundo.
El océano Pacífico es una de las zonas marítimas más importantes para el comercio marítimo internacional, ya que conecta las economías de Asia, América del Norte y del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Por aquí se mueve hoy casi el 60 % del comercio mundial. Mercado existe.
Después de escuchar la exposición en la Marina de Guerra del Perú, me queda claro que, en lugar de desesperarnos en el lodo de la corrupción, debemos apostar por abrirnos campo en la industria naval, que es el mar de la esperanza.
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