Un terremoto en Lima implicará un desastre
Un terremoto en Lima implicará un desastre
El reciente terremoto de magnitud 7.0 en la región de Arequipa, cuyo epicentro fue el distrito de Yauca en la provincia de Caravelí, es un crudo recordatorio de la vulnerabilidad de nuestras infraestructuras y la inseguridad de nuestra población. Si este terremoto hubiera ocurrido en la ciudad de Arequipa, las consecuencias habrían sido devastadoras. Esta situación nos obliga a reflexionar sobre un posible sismo de 8 grados o más en Lima y Callao, y la falta de preparación adecuada para tal eventualidad.
Se debe recordar que el Perú, se encuentra ubicado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, una de las zonas más sísmicas del mundo, y que tenemos un silencio sísmico de 278 años en la costa central del país, lo que nos hace pensar que podría desencadenarse un terremoto de gran magnitud.
Desde hace décadas, hemos reclamado la implementación de un sistema de alerta antisísmico eficaz. Sin embargo, hasta la fecha, solo contamos con una cadena de alarmas que necesita ser probada con sensores, ni siquiera en toda Lima, sino al menos en un distrito. Este sistema, que supuestamente debería alertarnos con mensajes a los celulares sobre los movimientos telúricos, aún no funciona, pues en el caso del temblor en Caravelí, a nadie le llegaron estos mensajes.
A diferencia de Japón, donde los sistemas de alerta pueden ofrecer más de un minuto de anticipación desde hace algunas décadas, o México con hasta 40 segundos, Perú estaría manejando una tecnología que comenzaría con solo 10 segundos de antelación, tiempo que, claramente es insuficiente.
Debe considerarse que, si un terremoto de 8 grados ocurriera en Lima, los suelos de la capital podrían sacudirse a 500 cm/s² y en el Callao a 700 cm/s², lo cual sería catastrófico considerando que el terremoto de Ica en 2007, con una intensidad de 400 cm/s², destruyó grandes áreas urbanas y causó 596 muertes, teniendo una densidad poblacional de 20.21 habitantes por km².
La capital y el Callao, con más de 10 millones de habitantes y una densidad poblacional de 3,929 habitantes por km², presentan una gran cantidad de viviendas autoconstruidas y ampliaciones sin estudios técnicos, situadas incluso en laderas de cerros. Estas áreas son altamente vulnerables a un sismo de gran magnitud. Además, la calidad de los cimientos de nuevas construcciones es cuestionable, con muchas edificaciones realizadas por empresas con poca experiencia y enfocadas en la rentabilidad. Lo que nos lleva a pensar que la cantidad de víctimas mortales en un terremoto en Lima y Callao podría ser altamente significativa.
El peligro es aún mayor para los niños. Según el Ministerio de Educación del Perú (MINEDU), más de 1000 escuelas están en peligro de colapso, y a pesar de ello, se siguen utilizando. Desde el terremoto de Ica han pasado 17 años, pero no se ha mejorado significativamente la infraestructura de colegios ni viviendas de esta región. Lo que deja en evidencia que el Estado no está en condiciones de asumir emergencias de esta magnitud de manera efectiva.
Durante las últimas dos décadas, varias regiones del Perú han sido declaradas en emergencia debido a desastres naturales. En 2007, el terremoto en Pisco dejó a Ica en ruinas. Las inundaciones y huaicos en Piura en 2017, causadas por el fenómeno de El Niño Costero, dejaron miles de damnificados que hasta ahora existen. En Cusco, las lluvias intensas de 2010 provocaron deslizamientos que afectaron incluso a Machu Picchu, resultando en evacuaciones masivas.
Para enfrentar estos desafíos, es crucial implementar un sistema de alerta sísmica avanzado, similar a los de Japón y México. Además, se debe reforzar y modernizar la infraestructura existente, especialmente en áreas de alta vulnerabilidad.
Comparando con Estados Unidos, donde la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) desempeña un papel central en la coordinación y respuesta a desastres, vemos que los estados tienen presupuestos dedicados para atender emergencias, y una autoridad nacional refuerza las acciones de los gobernadores. En china, existe una institución similar, el Ministerio de Gestión de Emergencias (MEM), que se encarga de la planificación y respuesta a emergencias a nivel nacional, incluyendo la seguridad en el trabajo y el rescate en situaciones de desastre.
Estos modelos de cooperación y responsabilidad compartida podrían ser una referencia valiosa para mejorar la gestión de desastres en Perú que está en manos del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), el cual no ha tenido progresos significativos.
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