¿Una segunda colonización?
¿Una segunda colonización?
En diferentes ocasiones, desde esta misma columna y más veces de lo que quisiera, he comentado que hace algunos años se ha instalado en aguas contiguas a las peruanas, una flota asiática, principalmente china, que pesca calamar gigante o pota casi sin controles. Estas naves han sido observadas en más de una ocasión, por instituciones dedicadas al análisis de datos satelitales, como Global Fishing Watch o HawkEye360, apagando sus equipos de identificación para ingresar a pescar al mar peruano.
A pesar de la abundante evidencia y fundadas sospechas sobre incursiones clandestinas a nuestro mar jurisdiccional, el Perú no realizó gestión alguna para prevenir que éstas siguieran ocurriendo. Hace años, dichas embarcaciones ingresaban a los puertos de Callao y Chimbote para realizar mantenimiento y otras operaciones logísticas. La legislación de entonces no les exigía ninguna condición que garantizara que no ingresaran a puertos peruanos, buques que podrían estar vinculados a pesca ilícita dentro de nuestro dominio marítimo.
No obstante, en agosto de 2020, fuimos testigos de un cambio trascendental en la lucha contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR). Ante propuestas reiteradas de los gremios de pescadores y procesadores, se promulgó un nuevo decreto supremo que obligó a que estas flotas contaran con el sistema de seguimiento satelital de embarcaciones del estado peruano, con un registro de los últimos 6 meses, cada vez que deseasen usar los servicios portuarios y astilleros del país.
Han pasado tres años desde su publicación y se han producido diversos acontecimientos. El más importante es que, ante la negativa de instalarse los equipos satelitales, el país restringió el uso de puertos a estos barcos. Los arribos por parte de estas naves, han sido mínimos durante 2020, 2021 y 2022. Todos sabemos que que no desean someterse a estándares internacionales de seguridad, control y transparencia y que encubiertas en esa oscuridad, las embarcaciones chinas pescan más pota que los pescadores peruanos.
Desafortunadamente, este año, tras la visita del Embajador de la República Popular China al Ministerio de la Producción, el día 24 de mayo, la cual causó razonables suspicacias, han aumentado de manera exponencial los ingresos de los buques poteros chinos. Se vienen registrando 71 arribos a puertos en lo que va de 2023, y solo una de estas naves cumplía con tener el dispositivo satelital. Si se mantiene la tendencia, a final de 2023 habrá ingresado el mismo número de embarcaciones de los años previos a 2020.
Como dijo Franklin D. Roosevelt: “En política, nada ocurre por casualidad. Cada vez que un acontecimiento surge, se puede estar seguro de que fue previsto para llevarse a cabo de esa manera.” La visita del diplomático asiático y el masivo ingreso de embarcaciones con su bandera, no serían pues fruto del azar. Pareciera el principio de una segunda colonización.
Esto revela qué poco está importando la exigencia del dispositivo satelital para ejercer un adecuado control sobre nuestro mar. Los barcos chinos han vuelto a ingresar al Perú ante la pasividad e inaceptable indolencia de un gobierno poco interesado en fiscalizar y custodiar nuestra soberanía.
Muy pronto, si seguimos con esta indiferente complacencia, volverán a usar a nuestro país como su única base en el Pacífico este, para operar sin someterse a los controles mínimos para el combate contra la pesca ilegal. Ante la claudicación del Ejecutivo, es poco lo que se puede esperar de un Congreso que parecería más preocupado en la quincena y en el quinquenio. El sector pesquero dará la batalla. El Mar de Grau no se vende.
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