¿Y las anfitrionas de Ferrero?
¿Y las anfitrionas de Ferrero?
Es increíble cómo cierta prensa, con la complicidad de demagogos, crea historietas para vender titulares. El último ejemplo de culebrón es el de la “red de prostitución” en el Congreso. Una red de prostitución, tal como su nombre lo indica, no puede permanecer oculta por mucho tiempo. Se huele, se percibe, se intuye que algo está mal por quienes trabajan en la institución y por los congresistas mismos. He preguntado a varios de diferentes bancadas y la respuesta ha sido unánime y categórica: nunca percibimos o vimos nada que nos hiciera prender las alertas.
Como dice el congresista de Fuerza Popular, Fernando Rospigliosi: “No existe ninguna evidencia de una ‘red de prostitución’ en el parlamento”. El único que así lo cree, además de cierta prensa candelera y con agenda propia, es el demagogo Juan Burgos, presidente de la Comisión de Fiscalización del Congreso, perteneciente a las filas del cuasi lumpenesco partido de José Luna Gálvez, Podemos Perú. Este sujeto sin escrúpulos está dispuesto a hacer lo que sea con tal de tener un poco de figuración que le dure para reelegirse. ¡Pobre hombre!
Primero trató de hacer que su comisión tuviera facultad de investigadora por el caso “Rolex”. No se la dieron. Luego volvió a las andadas pidiendo lo mismo para el caso “el cofre”. También fracasó. Ahora va por un tercer intento con la susodicha “red de prostitución”.
Recordemos que, tras la caída del fujimorato, se “destapó” el caso de las “anfitrionas” de Ferrero, a la sazón presidente del Congreso. Pero a nadie se le ocurrió que las anfitrionas pertenecieran a una “red de prostitución” ni nada que se le parezca. El asunto no pasó de una simple anécdota, y varias de las “anfitrionas”, ahora más veteranas, cumplen una excelente labor en la administración de planta del parlamento.
Otra de las más bochincheras es Susel Paredes. Sí, la misma que llevó al Congreso de asesor a un transexual pedófilo y violador de niños. Y ahora se hace la calzón con bobos. ¡Por favor!
Ahora el tema se ha agrandado porque se ha relacionado el crimen por sicariato de una ex trabajadora del Congreso y el chofer de un taxi con la supuesta “red de prostitución”. Es decir, a la difunta ya se le achaca el haber trabajado como prostituta (OnlyFans) en el Legislativo. ¿Cómo se llega a esa conclusión? Pues por pura especulación.
Para variar, la fiscalía ya intervino para agrandar el chisme y crear una “crisis” ficticia con un enemigo con el cual está en pugna.
El presidente del parlamento, Eduardo Salhuana, ha hecho todo lo que alguien sensato debería hacer. Ha despedido al funcionario de su partido supuestamente involucrado y lo ha reemplazado por un connotado jurista y político, cuyo encargo es reorganizar la Oficina Legal del Congreso, cargo que ocupó en sustitución de Guillermo Jesús Mateo Llanos Cisneros, en medio del escándalo por una presunta red de prostitución en el Parlamento. Se ha dado cinco meses para hacer su trabajo.
Mientras tanto, y aprovechando el pánico, una coalición de partidos —desde caviares, comunistas y extrema derecha— ha pedido la cabeza de Salhuana, so pretexto de un viaje oficial a China.
Oigan, un momentito, demagogos. Primero, el Congreso no está en funciones legislativas salvo por la Comisión Permanente. En otras palabras, están de vacaciones. Es el momento oportuno para que el presidente del Congreso cumpla con una gira oficial, pues no deja abandonado nada. Segundo, la visita de Salhuana obedece a una de reciprocidad con la que hizo el presidente de China hace poco a nuestro país en el marco de la Cumbre APEC 2024. Los chinos tomarían como una ofensa que les cancelen la invitación a última hora y, en su lugar, el Congreso envíe a una delegación de pichiruchis como Juan Burgos, que sería el primero en subirse al avión si pudiera.
Y, finalmente, es una falacia del tamaño del cráter de un volcán decir que el presidente del Congreso debería estar aquí para dar la cara por un chisme barato. Ahora demagogos y despistados lo quieren censurar, a sabiendas de que no cuentan con los votos para ello.
Es cierto que el Congreso está en la última rueda del coche por exclusividad única de los congresistas de todas las bancadas. Pero de ahí a crear culebrones para desfondar la institución parlamentaria con el objeto de darle un empujón junto al Ejecutivo, hay un trecho muy peligroso e inadmisible para la democracia en la que no creen ni comunistas ni caviares y a los que se prestan algunos despistados.
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