Ciudadano K
Me siento muy orgulloso de cumplir con el deber cívico de participar en política. Postulo al Congreso por la K de Fuerza Popular con el número 4 por Lima. Lo he hecho porque siendo periodista he visto con tristeza como esta profesión se ha convertido en la coartada para que presentadores de televisión, reporteros, columnistas, editores, directores y, en fin, numerosos “hombres de prensa” hagan política abiertamente sin asumir NINGUNA RESPONSABILIDAD por sus dichos y sus hechos. Todo al amparo de la “libertad de prensa”, por supuesto.
Un político en cambio tiene que asumir las responsabilidades que le corresponden con su electorado, con su partido y con el país. Así que como no soy hipócrita aquí me tienen haciendo política sin máscara de periodista. ¿Que por qué voy por Fuerza Popular? Lo dije hace mucho tiempo desde cuando apoyé a Keiko Fujimori en la segunda vuelta del 2016. Porque me resulta intrínsecamente asqueroso el espíritu de la jauría, de la turba, del linchamiento público azuzado por una gavilla de individuos que se han arrogado ellos solos el sello de la moralidad pública en el Perú. Comparto con Fuerza Popular su voluntad de construir una institucionalidad partidaria donde antes solo había movimientos por cada elección.
Y, por supuesto, su visión del país que está expresada en la Constitución de 1993 que en este último cuarto de siglo ha traído paz y progreso a un Perú que solo conoció caos, desorden, demagogia, bombas y colas. El tiempo pone en perspectiva las cosas y quienes no están cegados por los prejuicios, la ignorancia y el odio no pueden dejar de ver que este país es mejor al que conocimos hace más de 25 años. Este congreso que se elije el domingo 26 solo estará un año y medio en funciones y, sin embargo, es crucial para restablecer el equilibrio de poderes roto por el golpe de Estado del 30 de septiembre.
El país está harto de confrontaciones estériles, es cierto. Pero nuestro deber si es que somos electos será velar para que esa argolla de caviares de talante totalitario no copen la administración pública y de justicia con el fin de perseguir, en aras de una moralidad farisaica, a sus opositores políticos e ideológicos con el cuento de la lucha anticorrupción. Debemos llegar al bicentenario con elecciones generales limpias y con la cancha igual para todos. De eso se trata, para mí al menos, ser congresista para el período 2020-2021.