The Popular Party

The Popular Party era como Fernando Belaunde traducía al inglés el nombre de su partido Acción Popular cuando conversaba con los corresponsales extranjeros. Hoy veo que Belaunde ha resucitado in effigie en sendos carteles al lado de ilustres desconocidos, a raíz de la presente campaña electoral extraordinaria para el Congreso 2020.

En la juventud que va desde los 18 hasta los 40 años son pocos los que se acuerdan del arquitecto que gobernó dos veces el Perú entre 1963-1968 y 1980-1985. La vorágine de la tecnología es la responsable de que aún hoy –cuando con un click cualquier información está al alcance de la mano– también los recuerdos de personajes que pervivían durante generaciones luego de su desaparición física ya no sea instantáneo. En otras palabras: nadie se acuerda de Belaunde hoy más allá de sus partidarios más viejos, y la figura del arquitecto parece tan lejana como la del virrey Abascal del siglo XVIII o la de Manuel Pardo o José Balta en el siglo XIX.

Las caricaturas de la época de artistas que todavía trabajan en alguna revista o periódico hoy antes lo ponían siempre en una nube, como para denotar que en vida Belaunde permanecía divorciado de la realidad. No puedo dar fe de su primer gobierno (pues entonces yo era un recién nacido) pero los libros de historia dan cuenta de que hizo poco o nada de lo que prometió y de que como legado dejó a un gobierno militar semicomunista que lo derrocó y lo mandó al exilio a Texas, donde se dedicó a vivir de impartir clases en una universidad.

De lo que sí puedo dar fe es de su segundo gobierno, que me tocó vivir mientras terminaba el colegio y entraba a la universidad. Y lo único que recuerdo son las bombas de Sendero Luminoso, los apagones y la corrupción de su gestión. Sí, corrupción. Y aunque ahora los herederos de Belaunde traten de vender a The Popular Party y a su gobierno como un ejemplo de honestidad, lo cierto es que sus índices de corrupción fueron muy similares a los que vinieron luego.

Varios casos marcaron la corrupción del gobierno del arquitecto: los casos Sanitas (desfalco de la Caja de Beneficios y Seguridad Social del Pescador, CBSSP) y Guvarte (sobrevaloración de penales), sin hablar de Vollmer, Bancoper, la chatarra del Mantaro-Pachitea y Villa Coca (donde se involucró al primer ministro): los más grandes escándalos de aquella época. Es cierto que Belaunde nunca robó un centavo y vivió y murió austeramente, pero es más cierto aún que todo el mundo decía sobre Belaunde que dejaba hacer y dejaba pasar la corrupción de su ávido entorno sin decir absolutamente nada.

Como legado nos dejó un terrorismo empoderado, una economía en ruinas y una representación de Acción Popular de solo 7% en el siguiente Congreso, merecido castigo para quien ganó las elecciones generales de 1980 con más de 45%. Así que cuando les hablen de Acción Popular y la virgencita de Guadalupe, mejor vayan primero a leer los libros de historia.