La evolución de los sapiens y el clima [INFORME]

La vida en la Tierra evolucionó maravillosamente hasta la aparición, en algún rincón de África oriental, de una rara especie: los Sapiens. Esta clase, la nuestra, está originando en menos de 200 años –de 1850 para acá–, una nueva y nefasta era llamada Antropoceno en la que los cambios en la naturaleza y en la vida vegetal y animal no se generan ya por causas naturales sino, por efectos del Cambio Climático.

Ya asciende a cincuenta mil millones (imagine un 5 seguido de 10 ceros), la descomunal cantidad de toneladas de CO2 que, cada año, la humanidad lanza a la atmósfera. Allí se acumula, generando un proceso creciente de calentamiento de la corteza terrestre. Desde la llamada era preindustrial, venimos rompiendo el equilibrio ambiental que, durante siglos, permitió la vida en el planeta.

La quema incontrolable de carbón mineral y petróleo (recursos no renovables, pero aún abundantes) para producir calor y/o electricidad que reclaman las súper contaminantes industrias de cemento y acero o el masivo transporte de mercancías y gente; así como también la crianza masiva de ganado (que implica, además, desaparición de bosques), generan, en conjunto, los llamados gases de efecto invernadero (GEI), con el CO2 y el Metano a la cabeza.

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Los científicos –por convicción–, y luego los políticos –por conveniencia–, vienen clamando desde 1994 (fecha de la primera Cumbre Climática de NNUU) acciones para el control de las emisiones de GEI y una meta a cumplir: que el nivel de temperatura del planeta no exceda los 2 grados centígrados, en relación a la temperatura promedio de la era preindustrial.

Hoy, nadie quiere admitir abiertamente lo que los datos científicos confirman y es que en algunos lugares ya se excedieron los 2 grados centígrados y que, así como vamos, resulta utópico pensar que a final del siglo el incremento sea de 1.5 grados como máximo, según el romántico –o más bien demagógico– acuerdo de la COP de París del 2015.

Hay que decir que el llamado 'calentamiento global' ya no es una amenaza, es una realidad y sus catastróficos efectos sobre el clima (que generarán para el 2050 más muertes que las de la pandemia del COVID-19 y más de 200 millones de migrantes) han obligado al portavoz de la ONU, el secretario general António Guterres, a declarar recientemente que la humanidad ingresó a una nueva era crítica: la era de la 'ebullición global'.

No tenemos planeta 'B'

¿Existen soluciones a la vista para mitigar y prevenir el desastre ambiental? Sabemos que sí, que es posible reemplazar los recursos contaminantes por fuentes de energía renovables (eólica, solar, hidráulica y nuclear), pero los aún altos costos de estas y los privilegios económicos que gozan las corporaciones que extraen carbón, petróleo y gas (un litro de petróleo es más barato que uno de Coca Cola), hacen que el ansiado reemplazo sea, siquiera a mediano plazo, una utopía. “¡Es la economía, tontos!” … nos podría decir Bill Clinton, para que lo entendamos mejor.

Sea como fuere, es un deber ineludible de los que vivimos hoy, afrontar la lucha para proteger el futuro de nuestro planeta pensando en el derecho de los que vendrán mañana que –si todo sigue igual–, no tendrán un planeta “B” donde existir justa y dignamente.

Por Hugo Salas Vera 

 

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